Pommery, el genio creador
Fue en pleno siglo XIX, en una época en la que en Francia soplaban aires de cambio y vanguardia, cuando Louise Pommery inventó el primer champagnebrut de la historia.
A esta nueva idea se sumó la construcción del Domaine Pommery en Reims, sobre unas antiguas canteras galorromanas de creta que aún hoy siguen guardando las preciadas botellas de Pommery.
El Brut Royal firmado por Pommery es hoy más moderno que nunca y se lo conoce en el mundo entero por la excelencia de su saber hacer y su inimitable estilo, elegante y afrutado.
Yo, Louise Pommery: «He resuelto continuar con el negocio y sustituir a mi esposo…»
Tras tomar esta decisión en 1858, la joven viuda Jeanne Alexandrine Louise Pommery se lanzó a la conquista de los mercados nacionales e internacionales transgrediendo, sin ambages, varias normas de la gestión empresarial. En julio de 1868, Louise Pommery inició «la que para Reims fue la mayor obra del siglo»: la metamorfosis de unas canteras de creta galorromanas en las bodegas destinadas a conservar el champagne Pommery.
«Damas, necesitamos un vino seco, extremadamente seco pero no rígido, que sea suave, aterciopelado y muy armonioso, que ante todo sepa conservar la sutileza».
Gracias a sus viajes a Inglaterra, Madame Pommery sabía que el gusto de la alta sociedad inglesa evolucionaba hacia vinos con menos azúcar, no tan fuertes. Esta audaz petición en una época en la que dominaba el gusto azucarado encontró su respuesta en 1874: Victor Lambert, sucesor de Olivier Damas como maestro bodeguero de Pommery, creó la primera añada brut de la historia del champagne, la Pommery Nature 1874. Una verdadera revolución en la región de Champagne, que fue acogida con incredulidad y mordacidad. Pero fue un éxito sin precedentes: gracias al impulso de Louise Pommery, este estilo se impuso por «su absoluta delicadeza y su ligereza risueña». Hoy ese espíritu se acentúa en el Brut Royal y la Cuvée Louise. Siempre diferente, siempre único tras su lenta maduración en el olvido de las canteras de creta. Así fue como forjó su leyenda el Pommery Nature de 1874, el primer brut de la historia del champagne.
Desde 2002, Paul-François Vranken sigue la senda que Louise trazó para Pommery: la de un espíritu vanguardista, un corazón generoso y una voluntad tenaz que se plasman en una forma de ser, de actuar y de vivir Pommery, con la sensibilidad del ingenio y el descaro de la elegancia. Con su estilo único, los champagnes Pommery continúan labrando su hermosa historia hecha de risueña ligereza, frescura luminosa y tierna vivacidad...