Todo comienza por Michel Chapoutier, singular, fuera de lo común, con curiosidad por todo. Michel no es un espíritu inmóvil. Está lleno de vida.
Su búsqueda es la del descubrimiento, la de la revelación de los terruños con potencial. La expresión de los suelos, aquella que pondrá su firma gustativa a cada vino. Una búsqueda guiada por la audacia. La audacia de abrirse a otros horizontes, a otros terruños, sin abandonar la especialización por las variedades del Ródano, verdaderas raíces de la Casa. Provocar el encuentro entre tradición y modernidad para concebir un nuevo saber hacer.
Siempre con el mayor de los respetos. El Respeto por la tierra. Con el cultivo biodinámico como elemento esencial de su pericia. Hoy, es un logro, en M. CHAPOUTIER, los equipos perpetúan la revelación de terruño como una evidencia.
El alma M. CHAPOUTIER:
La humildad es la piedra angular del espíritu M. CHAPOUTIER. Porque solo la naturaleza dirige. El viticultor la observa, hace su elección y la acompaña con el mayor de los respetos. “Fac et Spera” (haz y espera), convertida en la divisa familiar, es la traducción más sencilla.
Los vinos:
Para M. CHAPOUTIER, la añada no se corrige. No hay procedimientos como la chaptalización, la adición de levaduras o acidificantes que vendrían a rectificar las vicisitudes de un clima caprichoso. Michel Chapoutier lo afirma: “La añada es una realidad y no un engaño. Corregir la añada es mentir un poco. O si no, hagamos directamente un vino sin añada, sería más honesto”.
El vino nace del cielo y de la tierra…del amor que le profesamos.