Nací en Osaka, en la que, desde mi más tierna infancia, me crié en un entorno de buenos productos. Adoraba ayudar a mi madre a realizar las comidas familiares y aprendí el amor por la cocina con el placer de comer. Desde el instituto, empecé a trabajar para un restaurante, el Petit Bistrot, y después de terminar el instituto, me fui de aprendizaje a Francia. Mi primer restaurante fue el de Paul Bocuse. Esta experiencia me abrió todas las puertas y me permitió trabajar en Les Ambassadeurs del hotel Crillon, en el Moulin de Mougins, con Jamin, con Chapel… Si bien me ha marcado la personalidad y el talento de cada uno de estos grandes Chefs, es con Alain Chapel que tuve mi experiencia más destacada. No me podía imaginar irme de Francia sin haber tenido la oportunidad de trabajar para él y cuando le pedí un puesto, me constestó que estaba esperando que venga a verle y me recibió con los brazos abiertos. ¡Trabajé tan cerca de él que muchas veces me robaba mi cuchillo y mi tabla de cortar! De vuelta a Japón, la economía del país estaba mejor que nunca lo que me permitió abrir fácilmente mi propio restaurante. Desde entonces, practico una cocina francesa a base de productos japoneses.
Descubrí el bogavante cuando estaba aprendiendo con Paul Bocuse, en Francia, y se ha convertido en una de mis especialidades. No el de Bretaña, sino el de Canadá que podemos cocinar todo el año. Nos surte una empresa especializada. No es el mismo producto, ni la misma textura ni el mismo sabor. El bogavante canadiense se reconoce por su color de fuego.
El bogavante figura en mi carta todo el año. Con frecuencia lo propongo hervido con verduras. La salsa de acompañamiento varía según la estación: con naranja, con anacardos, con coliflor, con espárragos o incluso con curry.